La música del mundo by Javier Argüello

La música del mundo by Javier Argüello

autor:Javier Argüello
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ensayo, Ciencias sociales
publicado: 2012-06-16T22:00:00+00:00


El entrelazamiento, es decir la idea de la conectividad, no es sólo una propiedad de la mecánica cuántica, sino que es «su gran» propiedad.

Esto significa que dos electrones que han sido creados a la vez siguen entrelazados así se los envíe a los rincones más recónditos del universo, de manera que si se le aplica un estímulo a uno, el otro reaccionará exactamente del mismo modo, y puesto que en el origen –llamémosle Big Bang– toda la materia que compone el universo fue creada al mismo tiempo, no resulta difícil concluir que todo –todo– ha de seguir conectado. Místicos de otras latitudes han llegado por otros caminos a conclusiones similares. Un persa habla de un pájaro que de algún modo es todos lo pájaros. Alanus de Insulis de una esfera cuyo centro está en todas partes y su circunferencia en ninguna. Ezequiel, de un ángel de cuatro caras que a un tiempo se dirige al oriente y al occidente, al norte y al sur,3 lo cual recuerda aquel koan zen en el que el maestro le pregunta a Chao Chou «¿Qué es Chao Chou?», y Chao Chou responde: «La puerta del este, la del oeste, la del sur y la del norte». Cuanto más ha ido avanzando la física moderna en lo que parece desprenderse de sus intuiciones, cuanto más se ha permitido entrar en esos terrenos que algunos llaman precientíficos porque desoyen la pureza del método para permitirse avanzar sobre las zonas difusas, más paralelismos ha ido encontrando con el misticismo oriental y, en general, con cualquier tipo de misticismo, con cualquier tipo de sensibilidad que vincule la existencia a un todo indivisible.[24] Y es que pensado en términos cuánticos no hay ninguna razón para desestimar el hecho de que una consciencia particular pueda afectar a las órbitas de los planetas, a la forma misma del universo. No hay, en términos cuánticos, más realidad que la que cada consciencia inaugura, no hay ninguna diferencia entre lo que vivimos, hacemos, soñamos o recordamos, como tampoco hay diferencia entre el pasado y el futuro. Para la consciencia, único canal a través del cual podemos dar cuenta de aquello que llamamos realidad, una vivencia, un recuerdo o un deseo son vividos de la misma manera: es ella la que inaugura el mundo. Pensemos en lo cercana que se encuentra una afirmación de este tipo a aquella otra que declara que el lenguaje es creador de mundo, aquella tekhne «poiética» que los griegos ejercitaban y a la que el eterno retorno una vez más nos está queriendo llevar. ¿No sería fabuloso creer que los presocráticos, los físicos cuánticos, los místicos de cualquier época, los narradores de todo el orbe y todo aquel que, en general, se permita enfrentar éstas y otras cuestiones liberado de la cárcel de la razón y de las ideas llega tarde o temprano a las mismas conclusiones? ¿No sería la mejor manera de probar que hay algo que nos diferencia y que en el fondo nos une? Realmente creo que no debe haber hoy en el mundo una persona más extraviada que un intelectual.



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